Hipótesis y suposiciones
Ciertas corrientes de pensamiento psicológico postulan que la mente humana tiene en común los sentidos y sentimientos, la única diferencia entre dos personas es el momento en el que se disparan dichos sentimientos, provocando emociones que motivan a actuar. Que una persona no sienta igual que otra en un momento dado, es por razón educacional, predisposición genética y condición hormonal, que dos individuos tenderán a encauzar los estímulos de una forma u otra. En base a esto, infieren que la empatía es posible en un individuo capaz de razonarse a sí mismo, evaluar sus sentimientos y razonarlos en otras personas de forma que no tienda a justificar sus propios deseos. El deseo sería la unidad de degeneración del pensamiento objetivo, y el grado de exactitud estaría desvirtuado en mayor o menor medida, dependiendo la profundidad del conocimiento de uno mismo, o lo que es lo mismo, de su inteligencia emocional.
También parece ser que la empatía desempeña un papel significativo en la teoría de juegos y en la vida económica:
Solamente a través de la imaginación podemos concebir sus sensaciones (sc. los de nuestro hermano) (...) son las impresiones de nuestros propios sentidos y no la de los suyos lo que nuestra imaginación copia.
Adam Smith, 1759.
Incluso expresiones de la psicología popular tales como "nosotros", "nosotros los nacionales", "nuestro pueblo", etcétera, serían sin tal empatía (es decir sin la asunción hipotética de la existencia de "personas parecidas a mí" "personas") imposibles. Parece ser que la capacidad a empatizar no es solamente importante para la observación de una conducta moral o social, sino paralelamente también para experimentar sentimientos como la envidia, el odio, guerras religiosas, etc.Ha sido la filósofa Edith Stein quien realmente ha hecho un estudio profundo sobre el problema de la empatía. De un gran rigor filosófico y científico, su tesis de doctorado, publicada en español como "Sobre el problema de la empatía", habla de la esencia de los actos de empatía en general así como de la noción de persona que se obtiene a través del análisis de estos actos.
Por otra parte se ha observado, por ejemplo, que un determinado tipo de neuronas, las neuronas espejo, se activan solamente cuando el mismo acto que realiza un primate es efectuado por otro que es observado por el primero. De forma análoga, en los humanos se activa la misma área cerebral en el curso de una emoción observando a otra persona en el mismo estado emocional. Se ha verificado también experimentalmente que la empatía es mayor entre personas de idéntico sexo, raza o edad, y que el grado de empatía es muy variable de una persona a otra. Por tanto, la empatía parece ser un importante factor de cohesión social y es una ventaja evolutiva desarrollada por la selección natural.
Por otra parte, parece que esta capacidad, al menos en los humanos, es susceptible de desarrollo y aumento: crece más fácilmente en las personas que no han padecido miserias afectivas, con padres preocupados y que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto como se vivía la preocupación por los demás... En definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado cubiertas desde los primeros años de vida.
Así pues, la empatía describe la capacidad intelectiva de una persona de vivenciar la manera en que siente otra persona; ulteriormente, eso puede llevar a una mejor comprensión de su comportamiento o de su forma de tomar decisiones. Es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Como tal es un sentimiento objetivo cuyo desarrollo requiere una cierta clase de inteligencia; quienes padecen autismo, síndrome de Asperger o determinadas psicopatías ven muy mermada esta capacidad cognitiva; por el contrario, quienes ejercen un liderazgo de carácter altruista suelen estar caracterizados por el amplio desarrollo de esta capacidad. Los estudios demuestran que esta capacidad suele darse más a menudo en el género femenino de la especie humana, quizá por el hecho biológico de tener hijos y cuidarlos, aunque no es privativa del mismo.
Las personas con empatía son aquellas capaces de escuchar a los demás y entender sus problemas y motivaciones; por eso poseen normalmente alto reconocimiento social y popularidad, ya que se anticipan a las necesidades antes incluso de que sus acompañantes sean conscientes de ellas y saben identificar y aprovechar las oportunidades comunicativas que les ofrecen otras personas. Esta capacidad se extiende entre especies, permitiendo al empático una mejor interacción con los animales; inversamente, algunos animales poseen también esta capacidad, como el delfín. Ciertos animales domésticos que han tenido un largo trato con el hombre, han sido seleccionados a causa de su empatía.
Nuevos estudios permiten suponer que existe una relación entre la imitación o simulación del comportamiento y la capacidad de empatizar; incluso en el mundo animal se investiga la capacidad de empatizar como un posible avance en la evolución, al posibilitar relaciones de cooperación o simbiosis. También es frecuente la empatía hacia animales e incluso seres vivos de otras especies.
En el uso común, es la actitud de estar completamente disponible para otra persona, omitiendo la parte de nuestras preocupaciones, sentimientos y pensamientos personales ajenos a ella, para ofrecerle nuestra plena atención. Se trata de ofrecer una relación de calidad, fundada en un escuchar no valorativo, en el cual concentramos la comprensión de los sentimientos y necesidades fundamentales del otro. En profesiones como el trabajo social, la medicina o la enseñanza, donde se requiere mucha empatía, el ejercicio continuado de la misma suele provocar su degradación, el cansancio o desgaste emocional, el síndrome del quemado o síndrome de burn-out. Por otra parte, existen los alexitímicos (personas incapaces de expresar los propios sentimientos y de percibir adecuadamente los de terceros) y los elementos antisociales o psicópatas, quienes guardan poca o ninguna consideración por los sentimientos ajenos y pueden más bien, en muchos casos, manipularlas en su propio beneficio.
Numerosos pensadores han tratado sobre la empatía; entre ellos destacan Edith Stein, Sigmund Freud, Carl Rogers o José Antonio Marina.